domingo, 14 de noviembre de 2010

LA OBESIDAD: DESMITIFICANDO EL MITO

Estimados lectores invisibles,
Hace ya dos meses que no escribo nada y es que he estado haciendo un maravilloso viaje por Asia visitando a parte de mi familia que vive ahí. Pero este viaje ya lo narraré en otro post. Ahora, y por ser fin de semana intensivo en la Clinica Ravenna de "Vale Clave", quiero compartir una ponencia que me invitaron a dar ayer en Burgo de Osma en la que me propusieron hablar de un tema importante para mi. Elegí la Obesidad. Y fue muy liberador hablar de todo esto en público. Principalmente porque sé que mas de una vez se ha hablado en corrillos, y como le decía ayer a una amiga, para que hablen ellos, mejor lo hago yo con conocimiento de causa. Y además les pedí a todo que por favor, echasen un vistazo en su entorno y si ven a alguien que puede tener este problema, que por favor le ayuden, que no es falta de fuerza de voluntad sino mas bien una enfermedad que necesita tratamiento. La verdad que fue todo un éxito. Recibí felicitaciones y además de las que salen del corazón. Mereció la pena el esfuerzo de salir al estrado y el mal trago de contar algo que tantos años he sufrido en silencio. Espero que os guste.


LA OBESIDAD: DESMITIFICANDO EL MITO
Cuantas veces hemos oído decir que “todos los gordos son felices”? pues bien, yo os digo, con cierta autoridad en este tema, que un gordo es feliz cuando empieza a adelgazar, cuando recupera todos los movimientos que le han sido concedidos como ser humano, cuando es capaz de seguir el ritmo de sus amigos en una excursión, cuando subir a esquiar no supone activar toda una serie de mecanismos necesarios para poder soportar físicamente el día, cuando puede tirarse en el suelo a jugar con sus hijos o simplemente cuando puede salir a tomar un algo improvisadamente con sus amigos porque puede ponerse cualquier cosa del armario.
Hace 5 meses comencé un tratamiento para superar mi adicción a la comida y de esta manera, combatir mi obesidad. No se trata de una simple o dura dieta, sino de todo un proceso de reinvención, que comienza primero por admitir una enfermedad con forma de adicción y segundo por trabajar la raíz de problema, que se haya en la cabeza, no en el estomago, como muchos creen.
Toda mi vida he tenido problemas con el peso, ya desde pequeña, y se han ido alimentando de muchos mitos que incluso acabas creyendote, unas veces porque conviene, y otras porque realmente sientes que hay algo que no sabes bien que es que te imposibilita alcanzar el objetivo.
Muchos de los que estáis aquí me conocéis desde hace ya mas de 20 años y los que me conocéis bien, sabéis que solo he conseguido estar delgada las 24 horas siguiente a terminar un régimen o cuando cogí el dengue, que fue la única vez en toda mi vida que un médico me decía: “tu tratamiento y recuperación consisten en mucho reposo, osea NO HACER NADA, y en comer todo lo que quieras. Lo que se le olvidó decir es hasta cuando…. En fin.
Pero volviendo a mis historial de los problemas con el peso, a los 25 años asumí que “esta era mi cruz” y entré en estado de resignación total, cuidándome, algunas veces mas que otras, pero poco a poco cambiando de talla.
Hasta que los acontecimientos de los últimos cuatro años me han llevado al abandono total entrando en la categoría de OBESIDAD MÓRBIDA, que aparte de sonar fatal, significa un altísimo riesgo de diabetes, problemas cardiovasculares o infartos, gota, hipertensión, hipertiroidismo, cáncer de páncreas y demás lindezas que no quiero ni pensar. Esos eran los problemas que podría haber tenido de seguir ahí, pero los que ya tenía cuando llegué a la consulta eran hipertiroidismo, colesterol, anemia y gastritis aguda, todos ellos por primera vez en mi vida y Dios quiera sea la última.
El caso es que llegué, empujada por el ejemplo de una amiga que había perdido 40 kgs en 6 meses y por mi desesperación. La tristeza de haber perdido a mi novio, mi trabajo, mi padre y mi madre en un margen de 4 años estaba empañada por un mar de kilos que no me dejan, literalmente, moverme, salir adelante. Estaba enferma y no dejaba de reprocharme a mi misma el no tener fuerza de voluntad para hacer la única cosa que estaba en mi mano: CUIDARME. Creía, ingenuamente, que era falta de fuerza de voluntad y eso me mataba. Luego he entendido con el trabajo de la terapia y los grupos que no se trata de fuerza de voluntad, sino de tratamiento. O es que a un enfermo de cáncer se le dice: Mire usted, tiene un cáncer como una casa pero póngale fuerza de voluntad y verá como sale adelante….
Me temo que no. Que las cosas no son así, y que el sobrepeso y la obesidad son, en el 99,9 % de los casos un problema que va mas allá de la estética o de la falta de fuerza de voluntad.
En un porcentaje muy alto, esta relacionado con rellenar un vació, físico o emocional,  con la soledad, con mucha falta de autoestima, con una enorme insatisfacción personal, con una ansiedad incontrolada, con un rechazo a algo  etc, etc, etc. Resumiendo, todos esos males del siglo XXI
También existe una parte genética que el individuo desarrolla en mayor o menor medida, según los hábitos que cultiva. Está comprobado que hay gente, incluso civilizaciones como por ejemplo la asiática, que tiene menor propensión a engordar y otras que se han transmitido la obesidad de generación en generación, como por ejemplo la norteamericana.
Pero es cierto que a la genética se la puede trabajar. Es decir, si nosotros tenemos propensión a engordar pero adquirimos el habito, a base de repetición, de activar el gen de la parada, seremos capaces de transformar nuestra genética. Todo depende del tiempo que hayamos pasado en sobrepeso y obesidad, y esto desgraciadamente no son buenas noticias para mi, pero aún así, he decidido seguir adelante y equilibrar mi relación con la comida en la medida de lo posible.
La verdad que son muchas las cosas que he aprendido en estos 5 meses, lo que llamamos en la jerga de la clínica “herramientas para conseguir el objetivo”.
La principal herramienta y sobre la que se basa este método es el CORTE, DISTANCIA Y MEDIDA.
El CORTE ha sido radical con los alimentos y bebidas que me estaban perjudicando directamente a la salud y que me enganchan, como los hidratos de carbono que tienen un alto potencial de enganche. Y radical es RADICAL. Quiero decir, no existe “prueba un poquito que no pasa nada”. De alguna manera ya se la sensación que me va a proporcionar ese poquito, y sobre todo, se que un poquito lleva a otro y a otro y ya la hemos liado.
He aprendido a poner DISTANCIA, con la comida, con las farras, con las salidas, con los restaurantes, con las cenas en casa, con los amigos que chupan energía, con los trabajos que no enriquecen, con las citas que aburren, etc. Y esa distancia me ha enseñado a medir mis fuerzas, a escucharme, a darme espacio en las demandas del mundo, en definitiva a estar menos en los demás y mas en mi misma.
Y por último, he aprendido a poner MEDIDA. Tanto en lo que como, como en lo que siento, como en lo que hago, como en lo que digo. Porque como buena croata que soy, por naturaleza soy persona de excesos: O me tiro por pista negra o no esquío. O no salgo nada o soy la que cierra la noche. O trabajo 12 horas o me tiro dos años de sabático. O fumo 2 cajetillas y además de Ducados, o dejo de fumar radicalmente de un día para otro, sin pastillas, libros o pinchazos. En fin, EL TODO O LA NADA, EL EXCESO O EL DEFECTO. Menudo lío! Ahora entenderéis porque sigo soltera….!
Pero es curioso, porque esta sensación de “Equilibrio” que he adquirido cortando con el exceso de comida, no la sentí cuando dejé de fumar, y tampoco cuando decidí rebajar mi número de copazos nocturnos. Y porque es esto? Porque la comida funciona, en el caso del adicto, como una anestesia. Cuando dejamos de anestesiarnos es cuando empezamos a vivir y a sentir. La función comida es alimentarse y todo lo que se come de mas es para alimentar otras cosas como el vacio, la soledad, la rabia, la tristeza, etc. Solo cuando todas estas emociones se ponen en orden es cuando conseguimos adelgazar como consecuencia de un equilibrio.
Todavía recuerdo la sensación de desconcierto que sentí permanentemente los primeros dos meses de mi tratamiento, provocada por el descubrimiento de mi enfermedad. Yo, cuca Azinovic, soy adicta a la comida. Ufff, no sabéis bien todo lo que mueven estas palabras. Una vez aceptadas se convirtieron en dolor. Dolor por ver por primera vez hasta donde había llegado por mi adicción. Porque aunque sabía que la ropa no me valía, cuando estas en medio de la adicción, no ves, no eres capaz. No te miras en el espejo. O mejor dicho, miras pero no ves. Es imposible. En realidad es un mecanismo de defensa.
Y después del dolor llega el “Manos a la obra”. Aceptas la responsabilidad de tu vida, de tu problema y te pones a trabajar en ello sin reservas. Cada día mas motivado, cada día mas informado y adquiriendo poco a poco con una buena dosis de aceptación y humildad. Se empieza a encender en el cerebro el piloto automático del auto cuidado y empiezas a creerte que es posible. Cauto pero confiando, en el sistema, en los profesionales y sobre todo, poco a poco, en ti mismo.
Yo ya he perdido 28 kilos y me quedan todavía 19 que espero adelgazar en 4 meses . Después vendrá el Mantenimiento, proceso en el que se van normalizando poco a poco las cantidades y se van introduciendo analíticamente diferentes tipos de alimentos prohibidos durante el descenso para observar de manera individualizada como reacciona el metabolismo del paciente. Además, se trabajan con el paciente mas en profundidad las causas por las que se ha llegado donde se ha llegado para evitar que el paciente vuelva ahí.
En la actualidad solo un 20% de la gente que llega a su peso ha conseguido mantenerlo con cierta estabilidad a lo largo del tiempo. SOLO UN 20%!!!! ES POCO VERDAD? Desgraciadamente esto es una clara indicación del grado TAN ALTO de adicción al que llega la comida.
Pero pese a este 20%, a la genética herencia de mi padre, a que prácticamente toda mi vida he tenido sobrepeso, he decidido seguir adelante. No se hasta donde llegaré, ni si podré o no mantenerlo en los años, pero si se que hoy por hoy me siento infinitamente mejor que hace 4 meses cuando recogía el premio Expiga y que hoy por hoy, ha merecido la pena el esfuerzo.