lunes, 12 de diciembre de 2011

NAVIDADES... como no!

De toda la vida he odiado la navidad. Desde pequeña. Por muchas razones, pero había dos fundamentales. La primera era el oficio de mis padres. De herencia centenaria, regentaban ambos una platería en la céntrica calle Infantas. Platería Serrano. De las tradicionales de siempre, donde a las marquesas, condesas y demás personalidades de rancio abolengo se las ofrecía asiento, un té con pastas, conversaciones de diván y algún que otro piropo y chascarrillo. Mi padre para esto era especialmente bueno, además de guapo, cosa que ellas les encantaba. Mi madre siempre en la sombra envolviendo paquetes.
Pues bien, la navidad para este tipo de comercios era, indudablemente, temporada alta. Y ya desde el puente de la Inmaculada (en casa nunca se le llamó de la Constitución, por respeto al Caudillo) mis padres desaparecían y todo lo que encontrábamos de regalo bajo el árbol, tanto el día del nacimiento del Niño Jesús (Papa Noél no venía a casa, eso es un horterada!) como el día de Reyes, era un papelito que decía "Vale por... " y algo de aguinaldo.
Además, como mi padre tenía a toda su familia en Croacia y no en las mejores condiciones, para él nunca fueron especialmente alegres, y menos desde que le dio el primer infarto y la comida perdía protagonismo en la mesa, para él primero y consecuentemente, para todos los demás.

Por otro lado, yo que nunca fui una estudiante modélica, así solía pasar la navidad encerrada "estudiando las musarañas" y los días eran leeeeeeeentos y solitaaaaaaarios.... Leyendo el Lazarillo de Tormes.. buaghhhh!.

El caso es que así viví mis primeras 12 o 13 Navidades y esto marcó las siguientes 12 o 15... Un horror!!. 

Hasta que conocí a Julián, de los Campo de toda la vida, y me invitó a Burgos a celebrar Reyes en el año 1999 con la excusa de que hacía de Gaspar, con barba y camellos reales. Y allá que me fui.
Para Julián la navidad tenían un sentido verdadero de celebración. Son las fechas en las que nace el niño Jesús y eso es motivo más que suficiente de celebración y alegría. Así que, con este espíritu, todos nos congregamos al día siguiente de la cabalgata alrededor de la mesa de su hermana Maru, cantando, comiendo, riendo, intercambiando detalles y regalos y sobre todo mucha, mucha, mucha alegría. No sabéis bien con que cariño recuerdo ese día.... "ya vienen los Reyes, por el arenal"...!

Y como siempre pasaba con Julián, llegué para un día y me quedé tres. Pero sarna con gusto no pica. Y os aseguro que esa navidad marcó un antes y un después en mi vida. 

Desde entonces, con excepción del año de la muerte mi madre, no he dejado en ningún año de cumplir con las preparaciones, adornos, villancicos, regalos y demás parafernalias navideñas. Suelo inaugurarlas el 8 de Diciembre y os diré que hasta voy en el metro con los villancicos en los auriculares. Me entusiasma lo bonito que se pone Madrid, las flores de pascua, los nacimientos e imágenes del niño Jesús, hacer el amigo invisible con mis hermanos pese a todas las trampas que se hacen, la visita al mercado para encargar las viandas, preparar la mesa, adornar la casa acompasada del Ave María de Schubert y sobre todo, juntar a toda mi familia. A los vivos y a los muertos. A los vivos, porque desde que tres de las personas mas importantes de mi vida hasta ahora se han ido, solo doy gracias a Dios por los que me quedan, que afortunádamente son muchos y bienavenidos. Y a los muertos, porque siempre hay un recuerdo permanente por y para ellos. Salen en todas las conversaciones. Han marcado mucho nuestras vidas con su ejemplo y eso hace que cada vez que nos juntemos les recordemos con un cariño inmenso.

Y yo, especialmente a mi madre, que está presente en todos los minutos de mis días navideños. Durante muchos años fuí su pinche, tanto en el mercado, como en la cocina, como en las decoraciones, y aunque ella, desde la muerte de sus padres, la vivía como obligación, en los últimos años sabíamos darle un toque de celebración a base de botella de champagne y villancicos.

Así que pienso que la mejor manera de rendirle homenaje a los ausentes es cuidando a los presentes. Y dando gracias a Dios por lo que tenemos, que es mucho más de lo que carecemos.

Deseo poder transmitiros un poco de esta alegría que el bueno de Julián supo contagiarme y espero que tanto estas Navidades como el año que entra, sean unas fechas de mucho encuentro, celebración y sobre todo AMOR.

FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO A TODOS!